
Amanecen las ideas
raspadas en el pavimento
miran desfilar escépticas
la trama de el mañana
sin ninguna pertenencia
un séquito de hadas afanosas
revolotean en el contorno
de sus parpados caídos
señalando con un beso
las marañas de su cuello.
Sola
la mujer de sal
Remoja
los pies
a orilla de las estrellas
acariciando la hoja en blanco
de aquel mundo interior
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