Contenida en un espacio áspero que, al tocarlo, rasga mis huellas y va carcomiendo mi identidad. Me quedo estática, quieta; no hay movimientos y me ahogo en mis penumbras. No puedo transformar mis branquias en pulmones y respirar... Vivo habitando un mundo acuoso; muriendo de sed, desnuda, sin pudores ni recatos y sumergida en el hábitat de mis pensamientos, en donde los interrogatorios y dudas acribillan mis instintos.
Distingo los esfuerzos de mi voz que, sin tinte ni color y visiblemente desorientada, lucha con furia aunque no pueda emerger. Mi lengua murió, luego de la batalla con sus memorias beligerantes. Mis silencios no ondearon banderas blancas, no firmaron treguas; pero se aliaron a esta excéntrica realidad subversiva apresada por mis banalidades que, como animales de rapiña, esperan que agonice, fenezca y nada pueda hacerla resurgir de entre las cenizas.
Mutilada, el alma hecha una mirada desalentada donde se percibe el daño mas profundo. Aquel sitio que ya jamás podrá volver a ocupar…
Distingo los esfuerzos de mi voz que, sin tinte ni color y visiblemente desorientada, lucha con furia aunque no pueda emerger. Mi lengua murió, luego de la batalla con sus memorias beligerantes. Mis silencios no ondearon banderas blancas, no firmaron treguas; pero se aliaron a esta excéntrica realidad subversiva apresada por mis banalidades que, como animales de rapiña, esperan que agonice, fenezca y nada pueda hacerla resurgir de entre las cenizas.
Mutilada, el alma hecha una mirada desalentada donde se percibe el daño mas profundo. Aquel sitio que ya jamás podrá volver a ocupar…
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