Colgarse al cuello
las mañanas olvidadas,
los soles extintos
impresos en postales
como recordatorios
Ver desatarse a la cordura
y llevarse el reloj
al bolso,
comienza como autómata
de nuevo a medir el tiempo.
¡Cómo no extrañar
las mariposas de lenguas largas!
que cargadas de voz y canto
revoloteaban en las veredas,
y que hoy se arrastran detrás de la realidad.
Ya no se alzan prodigiosas de poesía
Pareciera que aquello que habitaba el pecho
se ha quedado eternamente dormido
y las tristezas tarareando
son lo único que rompe en el silencio.
Cerré los ojos
y un redoble de tambores
invitó a la vida
para hacer un inventario
de nostalgias
y memorias rotas...
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