Caminaba de regreso a casa a
cierta hora transitada del mediodía, el sol enorme y majestuoso iluminaba el
cielo. De pronto una lluvia de gotas grandes y pausadas comenzó a caer sobre mi
cabeza, aceleré un poco, (sólo un poco) el paso; varios adultos hicieron lo mismo, algunos con
mucha más prisa y la cabeza clavada en el piso cubriendo sus cabezas con las
manos o cualquier artefacto que tenían a la mano.
Pasábamos justo frente a una escuela primaria;
una madre apresurada cruzo la calle con
sus dos pequeños, al llegar al otro lado de la acera los soltó y con rapidez
abrió la puerta de su ostentosa camioneta y subió apurada pensando que los
niños imitarían su gesto, contario a esto, el niño miró hacia arriba, abrió sus
manitas y comenzó a dar vueltas, su hermana menor lo observó primero con cara
de susto pero inmediatamente y olvidándose de la madre comenzó a seguir el
juego de su hermano; ambos daban vueltas
con los brazos elevados al cielo recibiendo las enormes gotas, todos los
adultos que pasábamos al lado suyo sin darnos cuenta levantamos el rostro, miramos a los niños y nos detuvimos de
golpe a observar ese par de sonrisas enormes y sinceras que en mi caso, hacía
tiempo no veía por estos rumbos, por una fracción de segundo la lluvia fue lo
de menos y todos disfrutábamos de el espectáculo esbozando una sonrisa. Incluso
una joven que caminó junto a mí a lo largo de dos cuadras cubriendo con sus
manos una enorme mancha que adornaba su blusa blanca y que, obviamente hacía
con este gesto que fuera mucho más evidente, olvidó el detalle y dejó caer sus
brazos a sus costados relajándose por un momento, quizás trayéndonos a la mente
aquella canción infantil que de alguna forma se ha vuelto un tanto icónica en
esta ciudad,- si las gotas de lluvia fueran de caramelo me encantaría estar
allí abriendo la boca para saborear- ...
De pronto, del interior del vehículo salió la voz de la madre gritando
- ¡José!- de forma brusca y estridente, el niño con un sobresalto corrió a la camioneta seguido de la
pequeña hermana y nos trajo a todos de
vuelta a la realidad haciéndonos seguir
nuestro trayecto no sin antes volver a clavar la mirada al asfalto ceniciento
que ahora brillaba un poco más con el reflejo de sol en los charcos de
lluvia...
Fotografía tomada en fundidora
by. Naxhelli Pacheco
Nikon D3100
2 comentarios:
Hay que ser como niños, no hablo de ser infantiles, pero si inocentes, que las pequeñas cosas nos sorprendan y maravillen :)
un placer leerte Nax :) un beso
Ola!! tu blog está genial, me encantaria enlazarlo en mis sitios webs. Por mi parte te pediría un enlace hacia mis web y asi beneficiar ambos con mas visitas.
me respondes a munekitacate@gmail.com
besosss
Emilia
Publicar un comentario