jueves, agosto 18, 2011

A mi amigo Invisible.


Anoche entre mis azulados insomnios vinieron a mi cabeza algunas estrofas de este escrito viejo que hoy les comparto.

A MI AMIGO INVISIBLE

 Debiste ver cómo aprendí a amarrarme las agujetas,
y esa sonrisa amplia con un hueco al centro
cuando el ratón se llevó el primer diente.
La mañana en que murió la abuela
 y no estuviste ahí para abrazarme.
Murió joven, pero tú te fuiste antes de la tristeza.

No viste a mi corazón llorar triste escondido bajo la escalera.
Las ventanas blancas que daban a la calle,
ni la casa remodelada y las muñecas empacadas.
Tampoco la caída de las torres, la muerte de Diana;
muchas cosas han perecido, entre ellas, mi paciencia.

Casi olvide las canciones que aprendimos,
ahora mis cantos son de protesta y desamor, 
pero en ocasiones me doy cuenta,
que aun en mi soledad,
suelo tatarear ciertas estrofas.

Tampoco recuerdo como sonreír
a pesar de mi  camisa llena de manchas;
aunque guardo algunas viejas alegrías en el cajón,
hadas y dragones se encarnan en mi tristeza.


Aprendí a manejar hace varios años,
a veces me ruedan lágrimas por las mejillas
al tiempo que ruedan las llantas sobre el pavimento
mientras observo vacío el asiento del copiloto.

Conozco las operaciones básicas;
pero resto más de lo que sumo
y casi todo está a medias.
Alcancé una estatura promedio,
si bien siempre me creí más grande,  
tuvieron que pasar varias lunas entre mis piernas para que lo notara.

Todavía despierto por las noches,
en medio del insomnio
con ese amargo olor de madrugada
te concibo entre las sombras
y retorno a mi sueño dudando malintencionadamente
de tu recuerdo, de tu existencia.   







1 comentario:

Azhul Fugaz dijo...

Me encantó esta entrada tan llena de recuerdos y sentimientos.

Un beso manis.