La suerte de las princesas
ha caído por la ventana
sonriendo
con la mirada hundida
en la locura matutina
de esas locuras de mañanas ordinarias
cuando nubes desordenadas
arropan las quimeras
y el sol advierte
el momento de marchar
sin ser
sin alma
sin desnudarse en amor alguno.
Y su suerte me sigue
quizás la lleve en el asiento trasero
sentada junto a la conciencia
escuche canturrear sus rondas
y las mire juguetear
por el espejo...
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