
Llevo un tridente de fuego
succionando la baja espalda
abriendo paso a los tambores
y lágrimas que ruedan por los codos
un veneno mortal el que me roe.
Arritmia cardiaca
rodea mis temores
que en cuclillas aguardan
impacientes la hora
en que serán vertidos en crisoles
lavados con agua oxigenada
dispuestos a la mesa
para el festÃn de los Dioses
y tal como lo dicta el guión
culminarán aquel acto en una reverencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario