Plegarme sobre mí misma
tantas veces sea necesario
para guardarme en secreto.
Inventarme en
dobleces raros,
hasta volverme un avión de papel.
Volar en espiral
en tardes deslavadas
y rayos traslúcidos que agonizan.
Por la ventana
espera la luna,
curiosa espía,
musitando lento.
Mientras al fondo suenas
cómo una canción conocida,
la frontera de tus sueños
encontrándose en mi órbita.
Nos perdemos por dentro,
te respiro,
enredados en el
destiempo
que prolonga la noche.
Apagamos la luz
dejamos el espacio
vacío
el cielo nos acoge,
hasta volvernos etéreos,
hasta sabernos eternos...
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